¿Se puede vivir 100% en catalán? Estos hablantes quieren demostrarlo

Una iniciativa llama a mantener el catalán como lengua de uso en todos los ámbitos para demostrar que demasiadas veces las conversaciones viran al castellano por inercia o por prejuicios

El uso habitual del catalán desciende a un 32% de la población en Catalunya

Merlys Mosquera no es catalanohablante de origen, sino que se define como novoparlante. Nacida en Venezuela y emparejada con un catalán, llegó a Barcelona hace ocho años y se puso a aprender el idioma. Pero sufría un handicap: todo el mundo le hablaba en castellano. “Me pasaba el 100% de las veces, y eso es un problema si quieres aprender catalán”, lamenta. Por eso ahora participa de un reto particular: usar las 24 horas del día el catalán.  

¿Es posible vivir las 24 horas del día en catalán en Catalunya? Aunque la legislación lo considera un derecho –al igual que el castellano–, algunos datos conducirían a pensar que no. Hoy solo el 32% de la población tiene el catalán como lengua habitual, el porcentaje más bajo de la historia. Pero al mismo tiempo hay otros indicadores que permiten combatir el pesimismo: el 95% de la gente sí lo entiende. 

Para demostrar que es posible hablar catalán en cualquier contexto, distintas plataformas de defensa de la lengua han lanzado el ‘Reto 21 días’. Entidades como Plataforma per la Llengua, Òmnium Cultural, Coordinadora d’Associacions per la Llengua Catalana (CAL) o Softcatalà han animado a la ciudadanía a tratar de mantener el idioma con cualquier interlocutor, desde la cafetería al médico y de los vecinos al trabajo, de entrada durante tres semanas (del 12 de mayo a este 1 de junio). 

“Yo he conseguido no cambiar de lengua, aunque en algunos contextos ha resultado difícil”, afirma Júlia Moll, barcelonesa de 29 años. Con el catalán como lengua materna y de uso habitual, esta joven se sumó a la iniciativa convencida de que hay que evitar que el catalán se pierda progresivamente.

En estas tres semanas, asegura que no ha vivido ninguna situación incómoda. “Cuando las personas que son castellanohablantes ven que no pasas al castellano, no dicen nada, siguen hablando; algunos quizás se extrañan, o tienes que repetir alguna idea que no ha quedado clara, pero no es fuente de problemas”, reflexiona Júlia. 

El único espacio en el que ha tenido que claudicar, precisa, es en su lugar de trabajo: una empresa con mucha presencia de profesionales internacionales. “Muchos no hablan ni catalán ni castellano, así que obviamente con ellos no tiene sentido mantenerlo”, dice.

Cómo dirigirse a los recién llegados o a los migrantes que llevan ya unos años instalados en Catalunya, suele ser fuente de dudas, cuando no de prejuicios, entre muchos catalanohablantes. Muchos se pasan directamente al castellano al asumir que es el único idioma local que hablan. Lo sabe bien Merlys. “Me pasa a menudo que en restaurantes u otros lugares, incluso cuando pido las cosas en catalán, me contestan en castellano”, se lamenta esta vecina de Gràcia en Barcelona. 

Por este motivo, Merlys lamenta que debe hacer un esfuerzo extra para mantener el catalán. Y aun así, y salvo con sus amigos y conocidos latinoamericanos –con ellos dice que no le sale natural–, ha conseguido superar la prueba. “Al final, solo cambio cuando veo que el interlocutor no me entiende, entonces uso palabras más precisas, o castellanadas, o si no sí que cambio”, expresa esta mujer, de profesión pedagoga y que trabaja actualmente en el ámbito de la migración. 

Las últimas encuestas confirman que el 80% los catalanoparlantes se pasan al castellano cuando su interlocutor les habla en esa lengua. Al mismo tiempo, también los últimos estudios apuntan al aumento de la inmigración como un factor que incide en el uso de la lengua. En los últimos cinco años, el uso habitual ha descendido, pero a la vez –por paradójico que parezca–, también crece el número de hablantes porque crece la población (117.000 más en cinco años). 

Merlys, que se está sacando ahora el título C1, lamenta en este sentido que faltan plazas para aprender catalán para personas extranjeras. “Cuando he vivido en Irlanda, he tenido que aprender el inglés. Me daría un poco de vergüenza argumentar que no hay que aprender el idioma del lugar en el que vives”, razona esta mujer. 

Mireia Plana, vicepresidenta de Plataforma per la Llengua, considera que el catalán está en una situación de “emergencia” y que sus hablantes deben “ejercer” como tales en todos los ámbitos para subsanarlo. “La mejor forma de hacerle saber a la gente que el catalán es útil es justamente manteniéndolo en todos los ámbitos de la forma más natural posible, sin necesidad de generar situaciones violentas”, argumenta. 

Con todo, los testimonios consultados identifican un espacio en el que cada vez es más complicado no pasarse al castellano: la consulta médica. Con la escasez de profesionales que padece el sistema sanitario, especialmente de facultativos de familia, los Centros de Atención Primaria (CAP) han incorporado a profesionales de otras comunidades autónomas o países que no dominan el catalán. 

“El contexto sanitario ha cambiado mucho en los últimos años, sucede a menudo que te hablan en castellano. El otro día acompañé a mi marido a una intervención en el ojo y las instrucciones para el postoperatorio se las dieron en castellano”, comenta Leli Camps, gerundense de 72 años. “Ahora las hemos traducido al catalán y se las hemos llevado para que las tengan”, reivindica. 

En una sociedad bilingüe, hablar uno u otro idioma no suele ser una cuestión de vida o muerte, más bien una expresión cotidiana, pero poder emplear el idioma materno en un lugar como una consulta médica es importante para muchos. Algo parecido a los juzgados, quizás la principal asignatura pendiente. “Las instituciones tienen que entender que cuando vas al médico no te encuentras bien, estás nervioso, y te sale de dentro hablar en tu lengua”, argumenta Plana.