Melchor Guardia no miraba a los ojos de la gente cuando disparaba su cámara alemana. No a propósito, por lo menos. : la mayoría de las veces los viejos, los adultos y los niños capturados en el carrete estaban lejos del objetivo. O, directamente, de espaldas. Yendo o volviendo de sus quehaceres. Jugando en calzonas. Observando las horas pasar cuando las horas parecían caminar a un paso más lento. Si alguien cruzó sus ojos con los ojos del fotógrafo fue por accidente, puro azar en el instante decisivo del que hablaba Cartier Bresson. Hay dinamismo y movimiento en las fotografías de Melchor Guardia. Ausencia de pose. Naturalidad.