Contra la tecnocasta, la ley

Los tecnodivos han dejado claro que no solo quieren manejarnos a nosotros, sino que van a medir su fuerza con los propios estados

Es preciso preferir la soberanía de la ley a la de uno de los ciudadanos

Aristóteles

Lleva razón el presidente del Gobierno cuando afirma que “hay que evitar que el espacio digital se convierta en el salvaje oeste” -nota al margen, ya lo es- y escuchándolo uno lo imagina como Gary Cooper girando la pistola en el dedo índice -oye, que daría el pego- y de pronto descubres que en Francia en vez de vestirse con zahones de cuero y chalequillo se han puesto la toga y van a por ellos. A lo mejor porque Macron es más bajito.

La Fiscalía de París acaba de abrir una investigación para registrarle la entrepierna a la aplicación de Elon Musk quien, por cierto, debería aterrizar la semana que viene para una cumbre en París. Un diputado macronista, Bothorel, denunció “una inquietud concerniente a los últimos cambios en el algoritmo de X así como injerencias en su gestión desde la adquisición por Musk” y un director de la ciberseguridad pública lo hizo a su vez por la “sobre representación de contenidos políticamente nauseabundos” que esto provocaba. Sucede que en el corazón de esta investigación judicial se ha colado una innovación jurídica o, más bien, una interpretación académica que puede servir prácticamente y así lo ha considerado la fiscalía francesa.

Un poco antes de las denuncias, el profesor Michel Séjean había publicado en la revista jurídica “Dalloz” un artículo titulado “Le code pénal face à la manipulación des opinions par voie de recommandations faussées” [El Código Penal cara a la manipulación de las opiniones por algoritmos manipulados]. En resumen el jurista planteaba que falsear el funcionamiento de un algoritmo podría tener en Francia las mismas sanciones que la piratería informática en aplicación del artículo 323.2 del código penal francés que castiga el hecho de “poner trabas o falsear el funcionamiento de un sistema de tratamiento automatizado de datos” y que hasta ahora sólo se ha utilizado para la piratería informática. No ha debido caer en saco roto su propuesta cuando la fiscalía ha iniciado ya, con la ayuda de peritos y expertos, la investigación de estos cambios.

No es el único intento. Otro representante francés, el eurodiputado Lalucq denunció ante la autoridad digital francesa (Arcom) estos mismos hechos en base a la vulneración de la Digital Services Act dado que existe una manipulación del algoritmo, a la espalda de los usuarios, y con el objetivo de servir a los intereses de la empresa o su propietario.

Ante los hechos, las armas de la ley. Una de las cuestiones definitorias de la tecnocasta es que desde el inicio decidió que estaba por encima de las normas nacionales y supranacionales. El nuevo orden es su orden. Los innovadores del reparto se pasaron por el forro las leyes laborales; los inventores de la nueva forma de reserva de hoteles impusieron sus cláusulas abusivas; los padres de las nuevas formas de alojamiento, rompieron la competencia con los hoteles y se saltaron cualquier restricción en aras de la convivencia, aún lo hacen y los señores del algoritmo, se basaron en el secreto industrial para manipular las redes sin que el usuario tenga defensa posible. Por eso la mayor movilización contra la dictadura de sus gónadas morenas es, como siempre, el imperio de la ley.

Me dirán que contra ellos no se puede hacer nada y blablablá. Es la excusa más sencilla para no intentarlo. Por eso ellos se pasan por el arco del triunfo incluso a nuestros sistemas judiciales. O no tanto. ¿Saben lo que pasó después de la detención en el aeródromo privado de Le Bourget de Pavel Durov, el cofundador de Telegram? Porque ahí se demuestra que ni Europa es tan impotente ni ellos tan intocables como parece. A Durov lo arrestaron y le prohibieron salir de Francia mientras durara la investigación y lo que sucedió es que, milagrosamente, Telegram respondió a varios requerimientos de datos que habían sido realizados por los jueces relativos a casos de pedocriminalidad. Lo que nunca había hecho esa red de mensajería lo hizo en cuantito su capo estuvo bajo las garras de la ley europea. Es solo un ejemplo. Ellos vienen, casi siempre acaban tocando territorio europeo. ¿De qué te sirve nadar en plata si nunca pudieras pisar el continente más sibarita y refinado del mundo? Vienen, claro que vienen.

Así que no sé a qué esperan las mentes jurídicas de este país porque o bien hay algún precepto que ya se pueda usar o bien ha de tenerse claro el cambio que se ha de implementar para disponer de él. Yo prefiero con creces el revolear de las togas en torno a las estrategias de engaño y manipulación, vengan de donde vengan, que los observatorios. No le puedo tener más manía a los observatorios. ¿Quién observa y a quién? ¿En qué ojo se ponen el catalejo? No creo que peinar las redes en busca de usuarios buleros o manejados a distancia vaya a ser más efectivo que ir a por las empresas y los tecnodivos que han dejado claro que no solo quieren manejarnos a nosotros, sino que van a medir su fuerza con los propios estados. Lo de observar con tanto experto y tanta gaita suena bien para usar los fondos europeos, pero permítanme dudar del efecto que pueda llegar a tener sobre Elon Musk o la gente de su calaña. Y fíjense, si el PP no hubiera capado la justicia universal, ¡a saber hasta dónde podríamos haber llegado en esta lucha! Esta era una de las cosas que, por cierto, los progresistas iban a corregir… pero no han corregido.

¿Puede el Estado de Derecho ganarles el pulso a los tecnoautoritarios? Esa es la lucha que hay que emprender porque si no pudiera, entonces tampoco los Estados y mucho menos los gobiernos podrían sostenerse a la larga. ¿Van a gobernarnos en un futuro las tecnológicas? Si pretendemos que no sea así, más vale que nos pongamos a la tarea de domarlas, es decir, de hacerlas pasar por el aro del imperio de la ley como hacen el resto de las empresas de los países democráticos. Esto tiene un problema, claramente, y es que en el supuesto de que no se dejen o no cumplan a lo mejor hay que tomar contra ellos medidas drásticas y eso será impopular. No descubrimos nada nuevo si afirmamos que gran parte de la población prefiere ser manipulada que renunciar a alienarse haciendo scroll o macarreando en redes. Cortar el servicio por decisión judicial provocaría tal vez un cataclismo de opinión pública. Tampoco debería considerarse un atentado contra las libertades el imponerles sanciones o bloqueos, más que nada porque hay libertad para abrir otras nuevas incluso en el ámbito europeo. Ni eso se nos ha pasado por la imaginación.

La solución siempre ha estado ahí. Siempre que se han producido revoluciones tecnológicas o industriales la solución siempre ha estado ahí. La ley proclamada por los representantes del pueblo e implementada por jueces independientes, imparciales y sometidos exclusivamente al imperio de la ley. Mejor eso que hacer de sheriff, por muy Gary Cooper que uno sea. A ellos no les impresiona, estoy segura.