El yate del dictador que Felipe González utilizó en unas polémicas vacaciones estuvo cinco años en el puerto cántabro de Requejada y ahora, reducido a chatarra, se exhibe como obra de arte en Cáceres
Reportaje – Desaparece la cápsula del tiempo con una carta secreta que la escritora Concha Espina ordenó no abrir en cien años
Lázaro González conducía al volante de su coche recién estrenado una tarde de verano de 1992. En la radio escuchó que un empresario de Burgos había comprado el ‘Azor’ y sonrió. Venía de Ferrol y acababa de firmar un cheque por valor de 4.670.124 pesetas (unos 28.000 euros). El nuevo propietario del simbólico barco del dictador era él. Tres décadas después publicó sus memorias, que tituló . Simplemente, fue un impulso que no consiguió rentabilizar. El barco estuvo fondeado cinco años en Cantabria, en el Puerto de Requejada y en plena ría de San Martín, ante la indiferencia de sus propios vecinos, antes de alcanzar un final más rocambolesco.