La pobreza cae a mínimos de 2008 pese al «agujero» de la vivienda

El riesgo de pobreza baja del 20% por primera vez desde 2008, con mejoras en múltiples medidores de precariedad, pero no en el pago de los gastos de vivienda

Miles de personas exigen medidas para solucionar ya la crisis de la vivienda: “Si no te afecta a ti, le afecta al de al lado”

La pobreza se reduce de nuevo en España, tras el incremento registrado el año pasado debido a la crisis de inflación. La población con ingresos por debajo del umbral de la pobreza se redujo al 19,7% en 2024, con datos de renta de 2023. Se sitúa así por debajo de la barrera del 20%, que no se franqueaba desde 2008, al inicio de la Gran Recesión. Hay una mejoría general de varios indicadores de precariedad y desigualdad, pero con dos puntos negros: los problemas para pagar la vivienda y la pobreza infantil. 

Son algunas de las conclusiones de la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV) que publica anualmente el INE y que ofrecen los datos oficiales sobre pobreza y desigualdad en España. En un país rico, la pobreza se mide de forma relativa, en comparación con el nivel de vida de la sociedad. 

La pobreza relativa (19,7%) afecta a las personas que viven con ingresos por debajo del 60% de la renta mediana del país y, por otro lado, el riesgo de pobreza y exclusión social (AROPE, por sus siglas en inglés) mide además la baja intensidad en el empleo y la llamada “carencia material y social severa”, que privan a los ciudadanos de bienes básicos. La tasa de pobreza y exclusión también se redujo el año pasado, hasta el 25,8%, un dato que sin embargo está aún elevado respecto a las crisis encadenadas por la pandemia y la inflación. 

“Los datos en general son positivos. Hay algunos elementos que hay que tener presentes. En los últimos 20 años cuando llegaba una crisis, la pobreza subía con intensidad y, cuando llegaba la recuperación, dejaba de subir, pero se estabilizaba en los niveles altos de la crisis. Esto se ha roto. La pobreza subió durante la crisis por la COVID, la guerra en Ucrania y la inflación, pero menos. No subió mucho y además ahora estamos por debajo de esos datos con carácter general”, explica Carlos Susías, presidente de EAPN-ES, la red de ONG especializadas en la lucha contra la pobreza. 

Los indicadores de desigualdad de renta también han disminuido, situándose en el mínimo de la serie estadística, que arranca en 2008. 

Carlos Susías sitúa como punto de inflexión la novedad en la gestión de las últimas crisis, con la subida del salario mínimo, la reforma laboral que redujo el empleo temporal y el lanzamiento de ayudas como el ingreso mínimo vital. “Las medidas tomadas son diametralmente distintas a las pasadas. El denominado ”escudo social“ ha tenido un efecto protector sobre la población, un impulso de la economía y ha actuado como reductor de la pobreza”. La EAPN estimó que los ERTE y otras medidas del escudo social evitaron que 1,5 millones de personas cayeran en la pobreza

La desigualdad se ha reducido gracias a un gran aumento de las rentas del 10% más pobre de la población. Sus ingresos se desplomaron más que los del resto de la sociedad con la pasada crisis financiera, generándose una brecha durante una década que se ha cerrado en los últimos años, como ilustra el siguiente gráfico.  

La carencia material severa, que en los últimos años inflacionistas había dejado datos históricos muy preocupantes de pobreza energética y problemas para comprar carne o pescado, se reducen por fin en 2024. Además de la moderación de los precios, los salarios han aumentado más y algunas rentas que afectan a las personas más vulnerables, como el salario mínimo, han registrado importantes aumentos por encima de los precios

Sin embargo, hay una nota disonante especialmente relevante: la vivienda. Se mantiene, incluso empeora, el dato de personas que ha tenido retrasos en el pago de gastos relacionados con la vivienda principal en el último año.

El “agujero” del alquiler

Pese a la reducción de la pobreza y la desigualdad que muestra la encuesta, un análisis pormenorizado muestra los efectos de algunas crisis transversales, que atraviesan a grandes segmentos de población. “Una de las cosas más sorprendentes es que hay algunos factores, como vivir de alquiler, que no solo afectan a las clases bajas, sino que están empezando a impactar en las medias”, explica el responsable de política de protección social y empleo de Oxfam Intermón, Alejandro García-Gil. Un ejemplo claro son los retrasos en el pago de gastos relacionados con la vivienda, como el alquiler o la hipoteca, el gas, el agua o la comunidad. Por primera vez en toda la serie histórica, la tasa de personas que viven de alquiler a precio de mercado que no pueden asumir los pagos al día es mayor que la de quienes tienen una renta inferior, principalmente protegida o social. 

“Las personas que viven en un alquiler a precio de mercado están haciendo renuncias que no están haciendo del mismo modo aquellas que viven en una vivienda pública o de alquiler social, ni las que tienen una vivienda en propiedad, que sigue siguiendo la gran brecha”, explica García-Gil. Estas renuncias tienen que ver con el consumo de una comida de carne, pollo o pescado al menos cada dos días o con la capacidad de mantener el hogar a una temperatura adecuada. En el primer caso, las personas en alquiler de mercado son las que han experimentado mejoras más leves, de tan solo dos décimas, frente a las siete del total. 

El otro foco sobre la carencia material es la capacidad para mantener la vivienda a una temperatura adecuada: la pobreza energética. Ha bajado en todos los regímenes de tenencia de la vivienda, con una media del 3,6%. Aunque las caídas han sido más acentuadas en ambos tipos de alquiler, estos se encuentran más de 10 puntos por encima. En el caso de las rentas protegidas, ha bajado del 34,5% de hogares al 29,2%. Para los alquileres libres, los hogares que pasan frío en invierno se han reducido de 31,9 a 27,3%. 

“Para la gente que vive de alquiler por debajo del precio de mercado la pobreza energética se ha reducido 5,3 puntos y, entre quienes viven a precio de mercado, 4,6. Llama la atención que quienes, a priori, ingresan menos vean mejorada su situación más que el resto en algo como la electricidad, que fluctúa igual para todos”, indica García-Gil. En esta línea, se han implementado medidas como el bono social eléctrico para familias vulnerables, pero otras voces ven similitudes con efectos provocados por la gran recesión. “La pobreza energética afecta a personas que tienen un salario y mejores condiciones, pero que no pueden mantener su vivienda a temperaturas adecuadas”, advierte el responsable del ramo en UGT, Rubén Ranz. 

La lectura de los expertos consultados concluye que el aumento de los precios de la vivienda, especialmente de alquiler, supone un freno para la erradicación de la pobreza. “Todo lo que intentamos para mejorar las condiciones, como el SMI o las subidas salariales de los convenios colectivos, se va en muchos casos por el alquiler, el verdadero agujero que genera la mayor pobreza”, desarrolla Ranz, que atribuye los incrementos “desproporcionados” a la carencia de control de precios por la negativa de los Gobiernos autonómicos, principalmente los del PP, a declarar zonas tensionadas. 

Ese control de precios lo defiende también el presidente de EAPN. “Hay que hacer algo de manera inmediata para que la vivienda pueda ser accesible para la gente”, considera Susías, que apunta a otro elemento negativo, como son “los gastos de mantenimiento de la vivienda”. La socióloga Sánchez-Sierra recuerda en este sentido que los gastos del hogar son acumulativos. Se puede prescindir de las vacaciones, de ir a un restaurante o del segundo par de zapatillas, pero no de pagar el alquiler o la hipoteca. “Una vez que te encuentras con la dificultad de afrontar un gasto con la vivienda, se acumula mes a mes, es recurrente”, indica. 

La excepción al alza: la pobreza infantil

La reducción general de la pobreza se enturbia por una excepción, el aumento de la pobreza infantil, que ya se produjo el año pasado. “Los niños y niñas siguen siendo los grandes perdedores en un contexto de crecimiento económico. Su tasa de pobreza de ingreso o monetaria se ha incrementado del 28,9 al 29,2%”, lamentan en Unicef. “España es la cuarta economía en la Unión Europa y también ocupa el lamentable puesto de ser el segundo país con más pobreza infantil”, denuncia Catalina Perazzo, directora de políticas de infancia en Save the Children.

En Cáritas subrayan que no se puede “separar a la infancia y la primera juventud del contexto del hogar”. “Esa pobreza infantil se está dando en una familia al completo”, recuerda Marina Sánchez-Sierra, socióloga del equipo de Estudios de Cáritas Española. 

Este empeoramiento entre los menores de edad está relacionado también con la crisis de la vivienda. “Está teniendo un papel de empobrecimiento y exclusión social determinante para los niños, niñas y sus familias”, indican en Unicef, con peores indicadores en los retrasos en el pago de la vivienda en los hogares con menores a cargo. En Cáritas coinciden en que la vivienda explica parte de “la brecha generacional” en la pobreza que están observando, ya que las personas mayores “no están sujetas a vaivenes del empleo y, en general, no tienen tanta problemática con la vivienda”, añade Sánchez-Sierra. 

En la EAPN, Unicef y Save The Children reclaman que se implementen medidas específicas sobre la infancia, como la prestación universal por crianza. Se trata de uno de los compromisos del Gobierno de coalición, que está impulsando Sumar y el Ministerio de Derechos Sociales con vistas a los próximos Presupuestos. Además de las políticas transversales, las organizaciones sociales señalan la necesidad de focalizar la inversión en los niños y las familias, “para acercarnos a las medias europeas”. “Hablamos de eso, de modelos y cuantías que ya existen en otros países”, destaca Marina Sánchez-Sierra.