La saliva tiene varias funciones importantes en nuestra vida diaria y también nos puede dar pistas sobre algunos aspectos de nuestra salud
Cómo evitar que lentejas, garbanzos y otras legumbres produzcan gases: cinco trucos de cocina
No es algo sobre lo que solemos pensar, pero la saliva está ahí y nos ayuda en varios procesos de nuestra vida diaria. Este fluido complejo, aunque no lo parece, cumple con una amplia variedad de funciones y, pese a que podemos olvidarnos fácilmente de que existe, si desapareciera de repente lo notaríamos de inmediato. Y es que, cuando pensamos en las muchas formas que tiene nuestro cuerpo de protegernos, la saliva no es lo primero que nos viene a la cabeza, aunque actúe como una línea de defensa crucial y hayamos empezado a aprender a descifrar cierta información sobre determinadas enfermedades gracias a ella.
Qué es la saliva
Boca, nariz, lengua, labios y laringe están cubiertos de cientos de glándulas salivales microscópicas que son las que producen saliva. En general, se calcula que podemos llegar a producir entre uno y un litro y medio de saliva al día. De hecho, y de acuerdo con un estudio publicado en International Journal of Oral Science, las glándulas salivales principales situadas en las mejillas, mandíbula y la base de la boca son responsables de producir el 90% de la saliva. Estas glándulas —parótida, sublingual y submandibular— producen y hacen circular la saliva por la boca a través de conductos.
La saliva está compuesta sobre todo de agua. Se calcula que alrededor del 99,5% de la saliva lo es. El resto, casi un 1%, es increíblemente importante para la salud humana; es una mezcla compleja de proteínas, sales y otros compuestos. En concreto, se han identificado más de mil proteínas distintas en la saliva, componentes del sistema inmunológico, enzimas, proteínas que combaten las bacterias. Pero, además, la saliva también contiene electrolitos, cadenas cortas de aminoácidos, infinidad de bacterias —aunque las cifras varían mucho— y células humanas.
Funciones de la saliva
La saliva, este simple líquido al que no solemos dar importancia, cumple varias funciones fundamentales. Entre las más importantes, destacan:
Actúa como un importante lubricante: la saliva es fundamental para humedecer los alimentos que comemos y permite unir las porciones masticadas en un solo paquete que puede deslizarse por el esófago sin dañar los tejidos o la mucosa. Si no fuera por la saliva, no podríamos degustar unas chips de patatas sin que su textura afilada nos dañase.
Hace posible el sentido del gusto: ayuda a disolver las moléculas de los alimentos y los pone en contacto con los receptores del gusto en la lengua, que son los que envían señales al cerebro para crear la percepción del gusto. Las enzimas de la saliva descomponen las moléculas de los alimentos y permite que interactúen con los receptores del gusto de manera más eficaz. Sin saliva, posiblemente no podríamos apreciar los distintos sabores y texturas de los alimentos que comemos.
Ayuda a proteger el esmalte dental: los compuestos antibacterianos de la saliva pueden proporcionar un escudo protector contra diversos patógenos y bacterias que atacan encías, dientes y garganta. Una de las enzimas de la saliva responsables de este efecto protector es la lisozima, que ayuda a mantener la boca húmeda, neutraliza los ácidos, mata las bacterias dañinas y fortalece el esmalte dental. Gracias a su contenido en calcio y fosfato, también ayuda a remineralizar y fortalecer el esmalte dental.
Favorece el proceso de la digestión, ya que algunos de sus compuestos, incluidas las enzimas lipasa y amilasa, ponen en marcha el proceso de digestión al desmantelar las grasas y los carbohidratos en el momento en el que empezamos a masticar.
Pero no acaban aquí las funciones de la saliva; este fluido protector y desinfectante revela mucha información sobre nuestra salud.
La saliva y las pistas que nos da sobre nuestra salud
Se piensa que los cambios en la saliva son indicativos del bienestar de la persona. Espesor, olor o sensación gustativa se usan como síntomas de un determinado estado del organismo. Aunque, hasta hace poco, había un problema en el campo de diagnóstico salival y era que los biomarcadores específicos que existen en la saliva lo hacen en cantidades relativamente bajas.
Ahora las investigaciones están descubriendo, sin embargo, que las distintas proteínas y otros compuestos de la saliva se alteran de forma detectable en respuesta a ciertos tipos de enfermedades, lo que ha dado lugar a nuevas pruebas de detección de ciertas enfermedades. Cada vez más se conocen las pistas que da la saliva sobre enfermedades como diabetes, cáncer bucal o alergias.
La química de la saliva ha demostrado jugar un papel clave en la detección temprana, el seguimiento y la progresión de enfermedades orales. De acuerdo con esta investigación, el uso de la saliva para identificar a las personas enfermas y rastrear la progresión de la enfermedad en el campo de la odontología clínica es posible gracias a que contiene componentes del suero que permiten determinar la gravedad y la progresión del cáncer oral y otras enfermedades bucales.
También ha demostrado ser útil para diagnosticar y controlar enfermedades sistémicas, es decir, las que afectan a múltiples órganos del cuerpo, como la diabetes. El análisis salival se perfila como un prometedor método para su diagnóstico, ya que los niveles de glucosa en la saliva están relacionados con los niveles de glucosa en sangre y se pueden usar como una alternativa no invasiva al control de la glucosa en sangre. Varios estudios han demostrado que los niveles de fructosamina en saliva están correlacionados con los niveles de fructosamina en sangre, lo que les sirvió a los expertos a proponer la saliva como un biomarcador para el diagnóstico y seguimiento de la diabetes.
El análisis salival también ha demostrado ser una herramienta útil en el diagnóstico de varias enfermedades inflamatorias como la artritis reumatoide y el síndrome de Sjögren.
Estos son solo algunos de los avances del análisis salival como método no invasivo en varios escenarios de diagnóstico y monitoreo de la atención médica que, pese a que aún se enfrenta a ciertas dificultades, abre nuevas vías y estrategias de diagnóstico menos invasivas.