De Bannon a MAR

Si al afán por el enredo y la patraña de algunos responsables políticos, le sumamos la proliferación de quienes se identifican como periodistas pero no se dedican a la información o la opinión sin estridencias ni insultos sino al activismo y a la intimidación, las toneladas de inmundicia se multiplican en un universo político-mediático que tiende a normalizar lo que en ningún caso puede darse por natural

Primero fue Steve Bannon, luego Elon Musk y, ahora y aquí en España, tenemos a MAR, que es como se conoce al jefe de gabinete de Isabel Díaz Ayuso. No es el único. Hay más, pero todos llevan la mentira en el ADN. Y todos mienten en grande con un desprecio absoluto por los medios de comunicación. ¿Recuerdan? “El enemigo son los medios y la mejor manera de acabar con ellos es llenar el terreno de juego de mierda”, sentenció el que fuera asesor áulico de Donald Trump durante su primer mandato. Desde entonces, el marco se llenó de defecación. Y así andamos.

Los periodistas volvemos a ser noticia, en contra del clásico que sostiene que nunca debemos serlo. Y es que el fanatismo del debate ha alcanzado a una profesión que, dicho sea de paso, nunca estuvo libre de las dentelladas de la política. Con diferentes grados y  con distintos matices. Pero lo cierto es que no ha nacido aún un gobierno o un partido que aspire a tener el poder y que esté dispuesto a pagar el precio de una prensa libre. El de Ayuso se lleva la palma aunque el del valenciano Mazón aspira a disputarle el puesto. Si a ese afán por el enredo y la patraña le sumamos la proliferación de quienes se identifican como periodistas, pero no se dedican a la información o la opinión sin estridencias ni insultos sino al activismo y a la intimidación, las toneladas de inmundicia se multiplican en un universo político-mediático que tiende a normalizar lo que en ningún caso y bajo ninguna circunstancia puede darse por natural.

Llegamos así de nuevo hasta MAR, quien este domingo volvía por sus fueros, desde X, para desacreditar el trabajo de Jordi Évole y, de paso, difundir bulos, como es su especialidad. Unas veces inventa periodistas encapuchados; otras, pactos de los fiscales con el novio de su jefa y alguna vez, operaciones de Estado para acabar con su presidenta. En esta ocasión, aprovechó que Évole entrevistaba, cinco años después de la pandemia que dejó en España 450.000 muertos, a Fernando Simón, el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) durante la crisis del coronavirus para desacreditar el programa y, de paso, difamar a las víctimas. Periodista y epidemiólogo hablaron del confinamiento, de las mascarillas, de la desescalada, de “mentiras flagrantes”, de “la cara fea de la política” y de los llamados “protocolos de la vergüenza” con los que la Comunidad de Madrid prohibió el traslado de mayores desde las residencias a los hospitales  púbicos, lo que provocó la muerte de 7.291 ancianos.

El programa recogió el relato de algunos familiares y MAR utilizó su cuenta de X para poner en duda la veracidad de los relatos recogidos por el programa, al deslizar que algunos de los familiares no visitaban regularmente a sus seres queridos antes de su fallecimiento. “Si estos testimonios nos dan su nombre, comprobaremos si es verdad y cuántas veces al año visitaban a sus familiares. No vaya a ser que es mentira”, escribió en un primer mensaje. En un segundo, aseguraba haber verificado que una de las participantes del programa, que denunció la falta de atención sanitaria a su madre, en realidad no tenía a su familiar en una residencia gestionada por la Comunidad de Madrid. “Bien: ya tengo comprobado que la primera señora que sale en #lodesimon no tenía a su madre en ninguna residencia de la Comunidad de Madrid. Vamos a ver el resto”, sentenció.

Rodríguez se tuvo que desdecir de estas palabras, ya que este lunes reconoció que la mujer sí era hija de una de las víctimas de los “protocolos de la vergüenza”. Y, sin más, pidió disculpas por lo que llamó un error. El daño ya estaba hecho, el bulo había tenido 850K visualizaciones y las asociaciones de afectados por los mortales protocolos ya habían exigido la dimisión del jefe de gabinete de Ayuso “por atacar a los familiares de las víctimas” y difamar públicamente a una persona que había perdido a su madre en una residencia de la Comunidad de Madrid.

MAR no dimitirá. Ayuso y sus adláteres seguirán llenando el terreno de mierda. Un día con los familiares de las víctimas de las residencias, otro con quienes osen llamar a las cosas por su nombre en lo que respecta a la investigación penal que afecta a su novio; después con que el presidente del Gobierno quiere matarla y así hasta que logre su objetivo, que no es más que el de que Pedro Sánchez abandone La Moncloa. 

La táctica no es nueva. De hecho, es tan vieja como los 11 principios de la propaganda de Joseph Goebbels. En especial los de simplificación y enemigo único, exageración y vulgarización.