Si la ciudadanía en su momento da su confianza a PP y a los independentistas catalanes, ya han dejado las credenciales en el poyete: en sus prioridades no están ni se esperan unas pensiones justas
OPINIÓN – Dentro de dos años
Si no fuera por los estragos en los más necesitados, singularmente los pensionistas, –otrora contaminantes de la españolidad– contra el Real Decreto ómnibus (en latín, para todos y para casi todo) resulta cómico. Cómico porque en los mentideros populares no es que estén muy preocupados por los jubilados y sus pensiones, ni por el transporte público, ni por el deterioro de las finanzas en las comunidades autónomas en las que gobiernan (la Andalucía de Moreno Bonilla pierde más de 1.800 millones); lo están por el ridículo, están resignados, asumen que el PSOE, perdonen la expresión, se la ha metido doblada, creen que han sido engañados, trajinados y quedado en evidencia como la mano derecha del Estado. También ha quedado claro que por encima de sus peleíllas y teatrillos, la derechura de España y Catalunya se dan la mano y un abrazo si hiciera falta. Ya solo queda por determinar si en casa de Alberto o de Carles; en la tuya o en la mía, se prometen.