No caen los abortos pero mueren más niños: EEUU es un ejemplo de lo que provoca recortar derechos reproductivos

Un estudio publicado en la revista ‘JAMA’ confirma que la mortalidad infantil aumentó un 5,6% tras derogarse la sentencia que consagraba el derecho a la interrumpción voluntaria del embarazo y revela un impacto muy superior entre los lactantes con anomalías congénitas y los bebés negros

Los abortos en EEUU no han caído tras la sentencia que tumbó el derecho, pero tiene explicación

Empiezan a publicarse los primeros estudios científicos que miden las consecuencias sobre la salud de las políticas regresivas contra el aborto en Estados Unidos. Desde que en junio de 2022 el Tribunal Supremo revocó la histórica sentencia de 1973 que consagró la interrupción voluntaria del embarazo como un derecho constitucional en todo el país –conocida como Roe v. Wade– queda en manos de los estados decidir si lo permiten, lo restringen o lo prohíben por completo.

Una investigación recogida por la prestigiosa revista Journal of the American Medical Association (JAMA) que estudió el impacto del fallo confirma que la mortalidad infantil creció un 5,6% en el país en los 18 meses posteriores a la decisión judicial, lo que se traduce en 478 fallecimientos de bebés más de lo que era habitual. De 5,93 muertes por cada 1.000 recién nacidos a 6,26.

En Estados Unidos la tasa de mortalidad durante el primer año de vida estaba en descenso en los últimos años, aunque era más alta que en otros países desarrollados. Para comprobar si la tendencia cambiaba con las restricciones, los científicos de la Universidad de California Carnegie Melon (Pensilvania) y Johns Hopkins (Maryland) recabaron los certificados de nacimiento y defunción desde enero de 2012 a diciembre de 2023. Se fijaron en 14 estados con limitaciones (ahora son dos más), ya fuera con prohibición total o hasta las seis semanas de gestación, y vieron que en nueve de ellos la tasa de bebés que se mueren había crecido en relación a lo esperable si se compara con la etapa antes de la involución y con otros estados sin prohibiciones.

En la radiografía sobresale Texas, con un aumento de la mortalidad del 9,5%. Este estado sureño mantiene la prohibición desde hace más tiempo –empezó en 2021– y, al ser tan grande, es más difícil desplazarse en coche a un centro de otro territorio donde se pueda abortar legalmente, interpreta el estudio. Por detrás de Texas está Kentucky (8,57%), Alabama (6,93%), Oklahoma (5,01%) y Arkansas (3,22%).

Un impacto desigual

Pero el crecimiento no fue igual en todas partes ni para todos los bebés. La mortalidad aumentó el doble, en términos porcentuales, entre los niños que habían desarrollado anomalías durante el embarazo (congénitas) frente a los que no. “Normalmente estas malformaciones, a veces incompatibles con la vida, se detectan en estados más avanzados de la gestación que las seis semanas en las que permiten abortar algunos de estos estados. Nacen pero terminan falleciendo”, explica Silvia Aldavert, directora de la Asociación de Derechos Sexuales y Reproductivos sobre la primera de estas desigualdades.

Por otro lado, los investigadores confirman que las restricciones al aborto exacerban también la “desigualdad racial” al comprobar el “impacto desproporcionado” entre los bebés negros no hispanos. La mortalidad entre estos lactantes creció un 11%, frente al 5,1% entre los niños blancos. Prohibir el acceso a la interrupción del embarazo afectó mucho más a estados del sur. Es allí donde reside la mitad de la población negra, que ya tenía una mortalidad infantil más elevada que el resto. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya advirtió en el verano de 2022 que limitar el acceso al aborto tendría un “impacto mayor en mujeres de las comunidades más pobres y marginadas”.

“Son mujeres que no pueden permitirse, por su situación socioeconómica más desfavorable, desplazarse para poder abortar mientras las blancas de clases medias y altas sí están cambiando de estado para interrumpir su embarazo, como pasaba en España cuando se iba a Londres”, sostiene Aldavert, que asegura que el estudio es “imprescindible para visibilizar lo que se lleva diciendo mucho tiempo desde diferentes ámbitos”.

Moverse a otro territorio es un modus operandi habitual desde que se implantaron las políticas regresivas, según un informe publicado hace un año por la Sociedad de Planificación Familiar. El número de abortos no ha caído tras las cortapisas en el acceso sino que se ha distribuido de otra manera: las interrupciones prácticamente han desaparecido en los estados que han introducido prohibiciones (tanto aquellos que lo restringen casi en su totalidad como los que solo permiten abortar hasta las seis semanas) mientras los abortos han crecido significativamente en los territorios en los que sigue siendo legal totalmente o con algunas limitaciones.

Gráficos de Raúl Sánchez.