Susana Camarero, una portavoz ‘killer’ para blindar a Mazón tras casi 30 años encadenando cargos en el PP

La vicepresidenta entró en política como diputada de las Corts en 1995 de la mano de Zaplana. Se ha convertido en la cara del Gobierno valenciano tras la DANA. Le empiezan a pasar factura en su imagen de seriedad los bandazos del president, su gran valedor

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“Si por algo se define la llamada familia zaplanista dentro del PP es por la lealtad máxima entre ellos. Y esa lealtad que está mostrando Susana Camarero hacia Carlos Mazón, que fue quien la recuperó para la primera línea política, le puede cortar las alas si el presidente cae en algún momento”. El diagnóstico es de voces cercanas al PP que observan con preocupación el deterioro en el que se está sumiendo la imagen pública del Gobierno valenciano en las últimas semanas por las diferentes versiones que se van conociendo del papel que jugó el presidente Carlos Mazón el pasado 29 de octubre, día de la trágica DANA que dejó 227 muertos, de los que tres siguen desaparecidos.

Un deterioro que está arrastrando a la vicepresidenta Susana Camarero, quien se convirtió en la cara y la voz del Gobierno valenciano en detrimento de Ruth Merino el pasado 17 de noviembre con la remodelación del Consell que impulsó Mazón tras la DANA. La imagen de seriedad y gestión que había adquirido desde el inicio de legislatura como consellera de Servicios Sociales, Igualdad y Vivienda y que seguramente Mazón pretendía proyectar de todo su Gobierno a la opinión pública a través de su nueva portavoz, empieza a pasarle factura en cada momento que debe justificar la ausencia del presidente durante la gestión de la enorme catástrofe.

La tensión con la prensa se palpa en el ambiente en cada comparecencia pública (ofrece una cada semana tras el pleno del Consell) en la que debe reforzar a su jefe de filas, llegando incluso a limitar a dos las preguntas que puede realizar cada medio en las últimas ruedas de prensa. Algo inédito en anteriores gobiernos autonómicos.

Pero como apuntan las fuentes consultadas, en el zaplanismo la lealtad es sagrada. Camarero se la debe a Mazón y, por el momento, parece que está a prueba de bombas. Y es que, la vicepresidenta cuenta con mucha mili en esto de la política. Entró como diputada autonómica en las Corts en 1995 de la mano de Eduardo Zaplana y, desde entonces, ha estado en la vida pública vinculada a este sector del partido que durante muchos años y tras la marcha del expresidente a Madrid ha estado representado por el que fuera conseller y delegado del Gobierno Serafín Castellano, de los pocos que sobrevivió a la renovación impulsada por Francisco Camps cuando tomó las riendas del partido. Ambos han terminado condenados por corrupción: Zaplana por el amaño de los contratos para privatizar las ITV y Castellano por conformar un cártel en los contratos públicos del sector de la navegación aérea para la extinción de incendios.


Año 2000: cabeza de lista del Partido Popular por Valencia, Francisco Camps (I), acompañado de Susana Camarero, Gerardo Camps, Jose Maria Michavila y José Diez Cuquerella (izq. a drch.).

La portavoz del Consell ha pasado también por el Congreso como diputada nacional del PP. Fue figura clave en la consecución del Pacto de Estado contra la Violencia de Género como presidenta de la comisión de Igualdad del Senado. Además, fue elegida secretaria de Estado de Servicios Sociales e Igualdad en marzo de 2014, cargo que desempeñó hasta su cese fulminante en noviembre de 2016 por la ministra de Sanidad recientemente nombrada por Mariano Rajoy, Dolors Monserrat. Los tres años siguientes ejerció como senadora y fue posteriormente cuando tuvo un breve paso por el sector privado como miembro de la consultora Llorente y Cuenca, hasta que recibió la llamada de Mazón.

Carácter “autoritario” y sangría de bajas en sus consellerias

Tras un año y siete meses de legislatura, las consellerias de Servicios Sociales, Igualdad y Vivienda que dirige Susana Camarero acumulan una sangría de bajas o cambios de ubicación de diferentes altos cargos o asesores que son realmente llamativos en tan corto espacio de tiempo.

Por ejemplo, la directora general de Infraestructuras Sociosanitarias, Montserrat Alcalá, dejó el cargo en octubre de 2023, dos meses después de haber sido nombrada. Lo mismo sucedió poco después con el director general de Personas con Discapacidad, Ramón Meseguer, quien abandonó su puesto. También abandonaron el barco los asesores Miguel Ruiz Vela y poco después, a finales de marzo del pasado año, la asesora Dolores Aviñó. La directora general de Vivienda de la Generalitat Valenciana, Ana Isabel Caballer Almela, dimitió a principios del pasado mes de agosto y Ernesto Fernández Pardo dejó su puesto en la Entidad Valenciana de Vivienda y Suelo, dependiente de Camarero, para integrarse en la Conselleria de Agricultura como director general de Industria y Cadena Agroalimentaria.


Susana Camarero con Carlos Mazón en las Corts.

¿Cuáles son los motivos por los que se han producido todas estas salidas? Las fuentes consultadas hablan de Camarero como una persona con una elevada capacidad de trabajo, pero al mismo tiempo con un carácter “autoritario” que no tolera los errores y que no acepta que le lleven la contraria; como si de una killer se tratara.

Un talante que hace muy complicada la convivencia en el día a día por el elevado nivel de estrés y de tensión al que somete a su equipo hasta el punto de haberse vivido momentos de tal tensión que habrían incluso obligado a Presidencia a llamarle la atención en alguna ocasión.

¿Es Camarero una posible alternativa a Mazón? Hay que tener en cuenta que no es diputada autonómica, cuestión imprescindible por ley para asumir la presidencia sin pasar por unas nuevas elecciones. Con todo, desde el punto de vista orgánico, aseguran las fuentes consultadas que está mucho mejor vista que el presidente, que logró el liderazgo principalmente por su estrecha relación con el que fuera secretario general del Partido Popular, Teodoro García Egea y que más allá de Alicante goza de escasos apoyos, más desde la catastrófica DANA.

Camarero ha sabido cuidar mucho más a las bases tanto en Alicante, como en Castellón y en Valencia, a las que siempre atiende y trata ayudar en lo que le demandan. Desde ese punto de vista, podría ser una alternativa si no fuera por la defensa cerrada que está haciendo de Mazón en una estrategia que las mismas fuentes consideran casi suicida ante Madrid. Al final, la última palabra la tendrá Génova y Feijóo no quiso ver a Mazón ni en pintura en su última visita a Madrid. Está por ver, pues, hasta qué punto llega la famosa lealtad zaplanista.