Praga en un fin de semana puede parecer poco, pero puede ser suficiente para empaparse de su historia, recorrer sus calles empedradas y saborear su gastronomía más tradicional. Para un viaje de viernes a domingo, esta guía puede ser fundamental
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Praga es una de esas ciudades que no necesitan presentación. Muchas veces suele entrar en el mismo ‘pack viajero’ que Viena y Budapest, pero sin duda es un destino que se merece un viaje para él solo, aunque sea de fin de semana. Praga es perfecta para quienes disfrutan caminando por calles empedradas que rezuman historia, con su ambiente bohemio y ese aire nostálgico que caracteriza a la capital checa, con rincones llenos de encanto y una arquitectura que nos traslada a otra época.
En Praga hay mucho que ver y hacer, pero en un viaje de dos días puedes hacerte una buena idea de por qué es merecedora de esa fama que la describe como una de las ciudades más bonitas de Europa. La propuesta que te hacemos se centra en disfrutar de la historia viva y la oferta cultural de la ciudad sin dejar de lado recomendaciones útiles, como en qué zona alojarte o qué platos no puedes dejar de probar. Así que toma nota, porque este puede ser tu plan perfecto si quieres descubrir Praga en un fin de semana.
Praga y el Puente de Carlos.
Viernes tarde: llegamos a Praga
Con suerte, es posible que encuentres algún vuelo que te permita llegar a Praga un viernes por la tarde, así aún tendrás tiempo de aprovechar este primer día. Cuando aterrices, lo primero será ir a dejar las maletas en tu alojamiento, que bien podría estar en el corazón del casco antiguo (Stare Mesto), en el barrio judío (Josefov) o en una parte tranquila de Mala Strana. Estos barrios permiten estar cerca de los principales puntos de interés, pero para evitar el ruido, procura alejarte de zonas de intensa vida nocturna.
Primer paseo: la Ciudad Vieja
Ahora sí, la ruta comienza en la Plaza de la Ciudad Vieja, Staroměstské náměstí, donde la historia y la vida cotidiana se fusionan. A pocos pasos se encuentra el emblemático Reloj Astronómico, cuya función del desfile de los Doce Apóstoles cada hora es un detalle que no te debes perder. Puedes aprovechar para verlo por primera vez, pero con la certeza de que volverás a él muchas más veces a lo largo de este fin de semana.
Las calles cercanas ofrecen un recorrido por callejuelas empedradas y pasajes conectados a edificios históricos, donde puedes encontrar tiendas de artesanía y pequeños locales con recuerdos típicos de Praga. Una breve parada en una cafetería de la zona, de esas que rezuman encanto, resulta una forma adecuada de comenzar a saborear la cultura local.
Cena de bienvenida: sabores que marcan
Para cerrar la primera noche, lo mejor es elegir un establecimiento tradicional en el centro. Ya desde el primer día puedes lanzarte a probar el tradicional goulash, un guiso de ternera y verduras, teniendo en cuenta que si te gusta la cerveza estás en el país indicado. Es muy típico acompañar el goulash con knedlíky, una especie de bola de masa hervida, que se come a rebanadas. Aunque sea un plato contundente para una cena, piensa que, por tradición de horarios, cenarás mucho antes de lo que se cena en España.
El Reloj Astronómico de Praga.
Sábado: día para aprovechar al completo
El sábado es el gran día, el único que podrás aprovechar desde que te levantas hasta que te acuestas, así que conviene tener bien planeada tu agenda antes de salir de tu alojamiento. Te proponemos hacer un recorrido a pie, organizado en varias etapas, que combine visitas a monumentos, paseos por barrios tradicionales y varios momentos para degustar la gastronomía del lugar.
Mañana: casco antiguo y barrio judío
El día lo puedes comenzar nuevamente en la Plaza de la Ciudad Vieja, disfrutando de la calma matutina. Aprovecha para subir a la torre del Antiguo Ayuntamiento porque ofrece una vista panorámica que permite observar los tejados, calles y plazas del casco antiguo, y así podrás hacerte una mejor idea de la estructura histórica de Praga.
A poca distancia se encuentra el barrio judío, Josefov, donde encontrarás uno de los ambientes más auténticos de la ciudad. Entre los sitios destacados están la Sinagoga Vieja-Nueva, que presume de ser la más antigua de Europa en activo, y la Sinagoga Española, cuyo interior posiblemente te deje sin palabras. El Cementerio Judío, a pesar de su reducido espacio, guarda innumerables lápidas que hablan de siglos de historia. Por si te interesa, las entradas combinadas para las sinagogas y el cementerio facilitan el recorrido y ayudan a evitar largas colas.
Una parada en alguna cafetería para degustar un trdelník, el dulce más típico de Praga, puede ayudarte a recargar energías antes de continuar con tu itinerario.
Almuerzo: Praga en cada bocado
Cuando llegue la hora de comer, ya que es el día grande, te sugerimos que vayas directamente a por uno de los platos más representativos de la gastronomía local: el codillo de cerdo (koleno). Crujiente por fuera y tierno por dentro, un codillo praguense es una excelente opción para darle un buen mordisco a la gastronomía checa. Verás, de nuevo, que la cerveza local es omnipresente.
Praga desde otra perspectiva.
Tarde: cultura, historia y paseos
Después del almuerzo la ruta continúa hacia el Clementinum. Aunque por fuera no diga mucho, dentro te espera una espectacular biblioteca barroca, hoy día Biblioteca Nacional. Además, desde la torre de lo que antaño fue un colegio jesuita, puedes apreciar la extensión de la ciudad.
A continuación, puedes continuar tu paseo por la calle Karlova, una de las vías históricas de Praga, donde encontrarás pequeños locales de artesanía, tiendas de recuerdos y cafeterías en las que descansar las piernas. Aún queda mucho día por delante y es mejor tomárselo con calma.
La Torre de la Pólvora y la Casa Municipal
El siguiente punto de tu itinerario por Praga es la Torre de la Pólvora, antigua puerta de acceso a la ciudad medieval. Subir a esta torre permite disfrutar de una vista distinta de la ciudad y comprender mejor la evolución urbana. Muy próxima se encuentra la Casa Municipal, que puede presumir de ser el edificio de Art Nouveau más llamativo y bonito de la ciudad. Aunque el acceso a su interior suele estar condicionado a eventos o conciertos, su fachada es digna de admiración.
Puente de Carlos: el emblema de Praga
Ha llegado el momento de llegar hasta uno de los lugares más famosos y representativos de Praga: el Puente de Carlos, símbolo inconfundible de la ciudad. Este puente medieval es ideal para un paseo tranquilo mientras el sol comienza a ponerse. Nuestra recomendación es que camines sin prisa, deteniéndote las veces que sean necesarias para disfrutar de las vistas sobre el río Moldava. Para quienes prefieran una perspectiva diferente, un paseo en barco por el río, especialmente durante el atardecer, ofrece otra forma de contemplar la ciudad.
Cena: tradición y toques modernos
Para la cena del sábado te proponemos optar por un establecimiento que combine lo tradicional con detalles contemporáneos. Si te gustan las sopas, Praga tiene especialidades que no te debes perder. La Kulajda es una sopa cremosa de setas y eneldo, con un huevo escalfado. O si lo prefieres prueba una Zelnacka, una sopa hecha a base de col con panceta. A la hora de buscar dónde cenar te recomendamos considerar opciones en zonas como Nove Mesto o en áreas próximas al río para evitar excesivas concentraciones de turistas.
La Biblioteca Nacional de Praga.
Domingo: últimas horas y despedida
Llega el último día, así que es momento de aprovechar el tiempo al máximo para visitar todos aquellos rincones que quedan pendientes y sacar un hueco para despedirnos de la ciudad sin prisas.
Mañana: un recorrido por Mala Strana
El día comienza en el barrio de Mala Strana, conocido por sus calles empedradas y palacios históricos. La ruta la puedes comenzar en la calle Nerudova, donde cada edificio guarda detalles que hablan de épocas de esplendor. Entre los lugares de interés destacan la Iglesia de San Nicolás, con un interior de estilo barroco plagado de frescos y elementos decorativos, y la Iglesia Nuestra Señora de la Victoria, que alberga la imagen del Niño Jesús de Praga.
Monte Petrin: una última panorámica
Antes de la hora del almuerzo, te recomendamos tomar el funicular hasta el Monte Petrin. La subida a la torre de Petrin, con una estructura que posiblemente te recuerde a la Torre Eiffel, nos deja una vista completa de la ciudad. Con Praga a tus pies, posiblemente ya comiences a repasar los sitios a los que te gustaría volver la próxima vez que vengas.
Almuerzo de despedida: un bocado que resume la experiencia
Para la última comida en Praga, te recomendamos optar por opciones que aporten un matiz distinto al recorrido gastronómico vivido durante el fin de semana. Podrías probar el pečená kachna, es decir, pato asado, acompañado de una ensalada de patatas y pan, o si no el smažený sýr, un queso frito servido con salsa tártara y papas fritas, perfecto para quienes desean cerrar con un plato diferente sin renunciar a la autenticidad de la cocina local. Y para finalizar con un toque dulce, unas palačinky, o crepes checas, rellenas de mermelada o crema, pueden poner un merecido punto final a esta introducción a la gastronomía de la República Checa.
Por la tarde: hora de la despedida
El domingo por la tarde llega el momento de despedirse de Praga, recoger el equipaje y poner de nuevo rumbo al aeropuerto. Si te sobra algo de tiempo, no dudes en volver de nuevo al Puente de Carlos o al Reloj Astronómico, y si no, no te preocupes, porque Praga tiene tanto que ofrecer que a buen seguro pronto estarás de vuelta para continuar con todo lo que te queda por ver.