Después de años intentando recuperarlas solo una parte de las pinturas regresó a España
La Capilla Sixtina española está en un pueblo segoviano de tan solo 100 habitantes
Hace exactamente un siglo, una de las más polémicas sentencias judiciales –en lo que a patrimonio y cultura nacional respecta– cambió para siempre el destino de una de las joyas del arte mozárabe en España.
La ermita de San Baudelio de Berlanga, en la provincia de Soria, fue víctima de un expolio que trasladó a EEUU parte de sus impresionantes frescos, convirtiéndose en un símbolo de la pérdida del patrimonio cultural español.
Un fallo judicial que abrió las puertas al expolio
Ubicada en la pequeña localidad de Casillas de Berlanga, la ermita de San Baudelio es considerada por muchos sorianos -salvando las distancias- la ‘Capilla Sixtina mozárabe‘, por la riqueza y complejidad de sus frescos. Construida en el siglo XI.
Su interior estaba decorado con una serie de pinturas murales que representaban escenas religiosas y de caza, combinando influencias islámicas y cristianas.
Sin embargo, en febrero de 1925, el Tribunal Supremo dictaminó una sentencia que permitió la venta de estas pinturas. Este fallo establecía que el edificio debía permanecer protegido, pero no impidió que las pinturas fueran extraídas en 1926 y transportadas a Estados Unidos, donde se dispersaron entre colecciones privadas y algunos de los museos más prestigiosos del mundo.
Un viaje sin retorno: los frescos en Estados Unidos
Las pinturas de San Baudelio fueron trasladadas a diferentes museos estadounidenses. En la actualidad, piezas de este conjunto pueden admirarse en el Museo Metropolitano de Nueva York, el Museo de Bellas Artes de Boston y el Museo de Arte de Indianápolis.
Su pérdida marcó un duro golpe para la conservación del patrimonio español y generó una fuerte polémica sobre la venta de obras de arte con valor histórico incalculable.
La extracción de estos frescos se llevó a cabo mediante la técnica del ‘strappo’, que consiste en separar la pintura mural del muro mediante la aplicación de un lienzo adherente. Este proceso, aunque permite el traslado de las obras, también conlleva la pérdida parcial de material original, lo que agrava el daño cultural infligido.
Un intento de recuperación: el acuerdo con el Museo del Prado
A pesar de la pérdida, en 1957 se logró un acuerdo con el Museo Metropolitano de Nueva York, que permitió la recuperación de seis paneles a cambio de la cesión del claustro románico de Fuentidueña.
Gracias a este intercambio, una parte de las pinturas regresó a España y hoy se pueden admirar en el Museo del Prado. Sin embargo, la mayor parte de los frescos sigue fuera del país, formando parte de colecciones extranjeras.
Un caso que cambió la legislación del patrimonio español
El expolio de San Baudelio supuso un punto de inflexión en la protección del patrimonio histórico en España. La indignación que generó este caso impulsó una serie de reformas legislativas destinadas a evitar que hechos similares volvieran a ocurrir.
Desde entonces, la venta de bienes culturales de especial relevancia ha sido regulada de manera más estricta, y los controles sobre la exportación de patrimonio artístico se han reforzado.
A pesar de estos avances, la lucha por la recuperación de los frescos de San Baudelio no ha cesado. Numerosos historiadores, arqueólogos y defensores del patrimonio han reivindicado la necesidad de devolver estas obras a su lugar de origen, argumentando que su valor cultural y simbólico trasciende su ubicación actual en museos extranjeros.
Un legado que sigue vivo
Un siglo después de su pérdida, la ermita de San Baudelio sigue siendo testimonio de la historia y el arte mozárabe en España. Aunque la ausencia de sus frescos es una herida abierta, su arquitectura singular y su valor histórico continúan atrayendo a visitantes y estudiosos que buscan conocer uno de los monumentos más enigmáticos de la península.
Mientras tanto, la lucha por la restitución de su arte sigue en marcha. El caso de San Baudelio recuerda la importancia de preservar y proteger el patrimonio cultural, evitando que episodios como este se repitan en el futuro.