El Ayuntamiento comenzará a construir un Centro de Interpretación de la Pelota Vasca cuando finalicen las obras
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El día después de que Pamplona entone el ‘pobre de mí’, el sonido de la pelota golpeando la pared del Labrit desaparecerá por una temporada. El emblemático frontón cerrará sus puertas durante unos meses para someterse a una reforma que representará un paso esencial en la apuesta de la ciudad por convertirse en la Capital Mundial de la Pelota Vasca. Entre la nostalgia por la historia del deporte en la ciudad y la ilusión por lo que viene, el Labrit se prepara para seguir siendo el corazón de la pelota vasca en la capital navarra.
En Pamplona, “antes de que existieran los frontones industriales cubiertos y con graderías, la pelota ya era un juego absolutamente popular que se jugaba en calles y plazas”, señala el historiador de pelota vasca, Santiago Lesmes. En el Baluarte de Labrit, detrás de donde se encuentra actualmente el frontón con el mismo nombre, los niños jugaban a la pelota usando como pared la muralla del bastión del siglo XVI.
Niños jugando a pelota vasca en el Baluarte de Labrit en 1935
Siglos después, en 1952, el frontón Labrit fue inaugurado unos metros al sur del baluarte. La presidenta de la Federación Navarra de Pelota Vasca, Andrea Lusarreta, lo describe como un frontón emblemático “por todo lo que representa, por el edificio, por la ubicación estratégica, el ambiente que se respira y la ilusión que genera”.
Desde su inauguración y tras el abandono de otros frontones más históricos, el Labrit se convirtió para muchos en la catedral de la pelota en la ciudad. Según Lesmes, “el Labrit ha venido a cubrir ese hueco de un frontón histórico en el que se bebe, se ríe, se va en familia, en pareja, en colegas, se canta, se jalea, se divierte…”.
Pamploneses y pamplonesas disfrutando de un partido en el Labrit
La Bombonera, como es conocido el frontón en el mundo pelotazale, ha sido el epicentro de competiciones, celebraciones y eventos sociales de gran relevancia. Fue sede en los Campeonatos Mundiales de Pelota Vasca de 1962 y 2002 que se celebraron en Pamplona. Más allá de la pelota, también fue el escenario de verbenas populares, campeonatos de halterofilia, teatros de marionetas y competiciones de lucha libre el siglo pasado. Santiago Lesmes describe al Labrit como la “quintaesencia” de la pelota en la ciudad. Actualmente, acoge a escuelas deportivas, entrenamientos de selecciones, competiciones federadas y partidos profesionales.
El frontón cerrará del 15 de julio hasta final de año para que el ayuntamiento revise la cubierta del edificio y sustituya los equipos de generación térmica y de ventilación por unos de producción renovable. Según el consistorio municipal, la reforma responde al objetivo de convertir a Pamplona en la Capital Mundial de la Pelota, aspirando a que este deporte sea un eje vertebrador de la ciudad.
Una vez finalicen las obras en el frontón, comenzará la construcción del Centro de Interpretación de la Pelota Vasca al lado del Labrit. Este centro, cuyo diseño será elegido por un jurado técnico en los próximos meses, busca “preservar el legado [de la pelota en la ciudad], revitalizar el deporte y, a su vez, añadir a Pamplona un atractivo turístico”, según Lusarreta. El historiador y vocal de la Asociación Cultural Navarra de Pelota Vasca, Santiago Lesmes, apunta que el Centro de Interpretación debe ser un acompañamiento del frontón: “Los centros de interpretaciones y los museos están genial, permiten que [el deporte] sea algo interactivo, didáctico, pedagógico y divertido, pero la pelota también tiene que ser verla y sentirla y sobre todo oírla”.
Ese sonido, que tanto caracteriza a la pelota vasca, es el que une a los cientos de pamploneses y pamplonesas que pasan por el Labrit a lo largo del año, pero sobre todo en San Fermín, cuando el frontón se llena de pelotazales, seguidores casuales e incluso personas que ven un partido por primera vez. La demanda por la pelota es tal que la final de la modalidad cuatro y medio del torneo San Fermín el año pasado se acogió en el Navarra Arena para poder albergar a 3.000 personas, el triple del aforo del Labrit. Como relata Lesmes: “En esta tierra nuestra, que siempre estamos dos bandos, […] Osasuna y la pelota son prácticamente las dos únicas cosas que nos unen”.