El macho ibérico quiere para él, para su hijo y sus “bros” aquella España que disfrutaron sus padres y sus abuelos; cuando el mundo de su madre, sus hermanas o sus novias o sus compañeras de trabajo giraban a su alrededor y las oportunidades de los hombres constituían derechos
Tenía que llegar la celebración de otro 8M más para que descubriéramos lo mal que nos sentimos los hombres del siglo XXI. No hay buenas noticias. El macho ibérico necesita un abrazo y sus herederos y sus bros puede que hasta un “abracito”. No sólo han de contemplar impotentes cómo su némesis ancestral, el temible hombre blandengue, se extiende y ocupa sus tradicionales cotos de caza armado con sus bolsas del súper y sus paquetes de pañales, sino que, además, ahora deben soportar indefensos el despiadado apartheid impuesto en su contra a favor de las mujeres.
Eso piensan la mayoría de los hombres, al menos cuando se le pregunta a más de 23.700 personas (1.000 en España, margen de error: +-3,5, Datos Ipsos), en una encuesta mundial que coincide con otras previas. La muestra refleja con precisión aquello que vivimos a diario en las redes y en la conversación pública. Destilando la quinta esencia de la retórica reaccionaria –esa “incomodidad” con ciertos discursos feministas de aquellos míticos amigos de Pedro Sánchez tan fans del feminismo integrador-, un 53% de los hombres y un 39% de las mujeres creen que las cosas han ido demasiado lejos en eso de otorgar a las mujeres los mismos derechos que los hombres. No acaba ahí el drama. Seis de cada diez hombres y cuatro de cada diez mujeres se muestran convencidos de que se discrimina a los hombres al promover la igualdad de las mujeres
Pero no se preocupen. Siete de cada diez hombres consideran muy importante lograr la igualdad entre hombres y mujeres. No existe contradicción alguna. Quieren la igualdad, pero la buena, justa, sin pasarse de la raya; esa que sabemos los hombres, que somos los que sabemos que necesitan realmente las mujeres. Si lo sabrá bien ese 53% de hombres convencidos de que para que las mujeres alcancen la igualdad no hace falta que haya mujeres líderes en las empresas y en el gobierno.
Cuánto más joven y ternero el macho ibérico, más convencido se muestra de ser la víctima inocente de un sistema cruel diseñado para favorecer a las mujeres y prevenirle de obtener el éxito, la riqueza y la jerarquía que le corresponde por mérito propio. Uno de cada cuatro jóvenes de la generación Z tiene incluso perfectamente identificados a traidores y colaboracionistas: el hombre que se queda en casa a cuidar de sus hijos y es menos hombre.
No pierdan el tiempo con otra descarga de datos para desmentir la falsedad de semejante padecimiento discriminatorio. Les da igual que las mujeres cobren un 11,9% menos por hora trabajada (Datos Eurostat 2023); o que la precariedad o los trabajos parciales resulten mayoritariamente femeninos, en una realidad donde las mujeres dedican el doble de tiempo (2,5 horas más al día; Datos INE 2023) a tareas domésticas y cuidados; o que lejos de avanzar la presencia de mujeres en puestos directivos haya retrocedido (un 16% en 2019 frente a un 20% en 2007. Datos CNMV 2023); o que las pensiones que cobran las mujeres resulten un 35% más bajas (Datos Seguridad Social 2023); o los datos desoladores en la violencia machista (58 víctimas en 2023. Datos DGCVG 2024).
No es que no lo sepan, o estén mal informados, o les hayan engañado, o estén siendo manipulados. Cuantos más datos se les aporte para demostrar lo incierto de esas afirmaciones, más seguros estarán de su veracidad. Lo poco o mucho que haya cambiado sólo vendrá a darles la razón. Saben lo que quieren. Lo quieren como estaba antes, no como está ahora. Les gusta más como eran las cosas antes. Así de sencillo.
El macho ibérico quiere para él, para su hijo y sus “Bros” aquella España que disfrutaron sus padres y sus abuelos; cuando el mundo de su madre, sus hermanas o sus novias o sus compañeras de trabajo giraban a su alrededor y las oportunidades de los hombres constituían derechos y las oportunidades de las mujeres respondían a regalos o privilegios.
No es que el feminismo ha ido demasiado lejos, o ahora se discrimine a los hombres. Se ha roto el orden natural del mundo y hay que restaurarlo. No se trata únicamente de la igualdad. Se trata de restaurar una jerarquía moral que prevalecía y debe prevalecer en un mundo bien ordenado: Dios sobre el hombre, el hombre sobre la naturaleza, los fuertes sobre débiles, los ricos sobre pobres, los empleadores sobre empleados, los maridos sobre esposas, lo hetero sobre gay, lo cristiano sobre lo no cristiano, lo blanco sobre no blanco, lo nuestro sobre todos los demás…. No es que no lo entiendan. Es que no lo quieren.