Nuestras abuelas, la mayoría, tuvieron que atravesar el machismo desde la inefabilidad. El feminismo de nuestras abuelas estaba acompañado de silencios, miedos y ocultaciones por imposición. Lo que ahora inquieta es que existe una conversación vigorosa
¿Estás practicando el “feminismo de verdad”? ¿Que a qué me refiero? ¿Acaso no sabes qué es el “feminismo de verdad”? A ver si llevas años practicando el feminismo de mentira, el feminismo fake, con lo que eso cansa. El “feminismo de verdad” te lo explica el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. El feminismo de verdad, dijo el viernes en un acto previo al 8M, es “la causa de la igualdad por la que lucharon nuestras abuelas”. “Yo no comulgo con quienes les dicen a las mujeres qué tienen que pensar y a quién votar. Creo en la causa de la igualdad por la que lucharon nuestras abuelas, nuestras madres. Ese es el feminismo de verdad”, aseveró Feijóo.
Teniendo en cuenta que la causa del feminismo actual es la misma causa que la del feminismo de nuestras abuelas, es decir la igualdad, cabe pensar que lo que gusta del feminismo de nuestras abuelas es la representación de una época y de lo que esta conllevaba. Cabe pensar que lo que gusta no es el feminismo de nuestras abuelas en sí, sino el ideal femenino de mujeres sacrificadas, cuidadoras, consumadas maestras de lo acogedor, arquitectas de fortificaciones contra la incomodidad, admirables resilientes, dóciles con el poder por obligación, reivindicativas en lo que buenamente podían o les dejaban.
Porque las mujeres de hoy en día -eso dicen- nos hemos vuelto regañonas, gruñonas, iracundas y despreciativas con los hombres que nos rodean. Buscamos constantemente el conflicto, la confrontación, la batalla, la victimización. No se nos puede decir nada. Se nos tiene que pedir consentimiento para todo. Nuestra percepción de la realidad está desconfigurada por la exageración, la fábula, la desproporción. Nuestras ambiciones son sospechosas, interesadas, desmedidas.
En realidad, lo que inquieta del feminismo actual, lo que molesta de la revolución feminista de las nietas, es la conciencia comunitaria. En el movimiento feminista actual hay fisuras y discrepancias, hay repartidoras de carnés irracionales, hay discusiones estériles, pero existe un sentimiento mayoritario de que el feminismo es una insignia que llevar con orgullo en la solapa. Pero, sobre todo, lo que existe ahora es una con conversación fuerte y vigorosa. Ahora somos capaces de definir las discriminaciones y los abusos. Ahora somos capaces de ponerle nombres, apellidos, diptongos, acentos y hasta hiatos a lo que nos pasa.
Nuestras abuelas, la mayoría, tuvieron que atravesar el machismo desde la inefabilidad. El feminismo de nuestras abuelas estaba acompañado de silencios, miedos y ocultaciones impuestas. Si había violencia machista, por ejemplo, se describía internamente como una circunstancia personal que nadie relacionaba con una cultura que se salía, con mucho, de las paredes de un hogar.
El feminismo de nuestras abuelas, ese feminismo a menudo solitario y silencioso, ese feminismo que tanto enaltece Feijóo y los que opinan como él, sembró la semilla y nosotras somos su justa cosecha. Cosecha que nuestras abuelas acompañan y admiran. Aunque algunos –cada vez más- sigan empañados en mirar más al pasado que al presente, el avance que exigimos las mujeres lleva tiempo yendo en una sola dirección.