¿De dónde vendrán los recursos?

Hablar en términos de Seguridad y Defensa e incluir las amenazas a las fronteras de la UE junto a ciberataques, crisis migratorias, cambio climático y ataques híbridos puede hacer más digerible un aumento de presupuesto en esas partidas que hablar sólo de gasto militar

La Comisión Europea ha habilitado tres vías de dinero público y dos facilidades de financiación privada. Por su inmediatez e impacto en el corto plazo, nos interesa en este análisis lo primero. Son tres instrumentos: a) flexibilizar las reglas fiscales europeas para que cada Estado Miembro invierta en su presupuesto de Defensa –es decir, que aumentemos deuda sin que cuente en el déficit–, 2) redirigir a defensa fondos de cohesión ya recibidos y 3) una partida de 150.000 millones de euros en préstamos para construir capacidades militares europeas. 

Pudiendo emplear las tres, sorprende que el presidente Pedro Sánchez rechazara la semana pasada para España el uso de fondos de cohesión para defensa. Aunque no se ha hecho público el motivo, es plausible que la razón radique en su gestión descentralizada a nivel autonómico. Si ya es políticamente complejo incrementar el gasto en Defensa en el eje izquierda-derecha (convencer tanto a la oposición del PP como a los socios del Gobierno), añadir un conflicto en el eje Estado-Comunidades Autónomas complicaría aún más la negociación. La posibilidad de que PNV, ERC y Junts denuncien una invasión de competencias y la reconfiguración de fondos ya transferidos habría añadido un frente adicional de tensión política.

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