La noche dejó un cierto sabor amargo. El espectáculo de Ayuso dando órdenes a TVE sobre lo que debe emitir. La clase magistral de manipulación de Serrano o la rúbrica de Lucía Mendez exculpando a Ayuso. La constatación de ese magma con grandes tintes mafiosos dispuesto a todo por mantener su status
La gran noche del documental 7291 dejó un sabor amargo. Quienes durante 5 años hemos sabido al detalle que, como dice el periodista y abogado Manuel Rico, aquello fue “la mayor violación de derechos humanos en las últimas décadas en España”, conocíamos el grueso de la información. Porque hemos visto informes, declaraciones de testigos, las conclusiones de la Comisión de la Verdad que esta gente sin escrúpulos también intentan desprestigiar. Para ellos solo hay una verdad: la del PP y ciertamente la suya que, lo sabemos, repugna.
Lo peor de estos días es lo de siempre: la constatación de ese magma espeluznante con grandes tintes mafiosos dispuesto a todo por mantener su estatus. El espectáculo de Ayuso dando órdenes a TVE sobre lo que debía emitir. Mejor no el documental y, desde luego, su vídeo plagado de mentiras opinativas tras negarse a acudir al programa o a participar en el documental. Y la cantidad de insultos que desató desde su infinita soberbia.
Ayuso envió al secretario general del PP de Madrid, Alfonso Serrano, que dio una clase magistral de manipulación para neófitos. Todas las mentiras, triquiñuelas y los “tú más” de la política más zafia. Ayuso lo hizo todo bien y están orgullosos de cuanto hizo el PP en Madrid durante la pandemia. Esto, hablando en conexión, plantado delante del almacén de ladrillos Zendal en plena noche. Esa inversión de 170 millones que triplicó el gasto inicial presupuestado, al que no se derivó a ningún anciano y cuyo monto hubiera servido con creces para dotar de respiración asistida a los miles de ancianos que murieron asfixiados, entre otros muchos usos más eficaces. Para la salud de los ciudadanos, otra cosa son las relaciones del PP. Oír su cinismo revolvía el estómago. Xabier Fortes estuvo firme en sus puntualizaciones, pero Serrano había ido a polemizar e intentar disuadir a la audiencia de la terrible verdad.
Con las excelentes aportaciones, datos y precisiones de Manuel Rico sobre todo, aunque no únicamente, llega la hora de la despedida y la redactora jefa de opinión de El Mundo, Lucía Méndez, se lanza a la firma que rubrique y se despacha con mensajes de gran precisión. Hay que recordar que la titulada como derecha moderada da la puñalada igual pero con anestesia. Méndez no ve veredicto de culpabilidad para Ayuso (no era por desgracia un juicio con las garantías legales, que nunca ha llegado) y Ayuso tiene razón porque solo se habla de Madrid. Había quedado bien claro, en el programa en la hora y media precedente y durante 5 años: Madrid tiene el récord de aumento de la mortalidad en la pandemia, según recuentos internacionales, y fue la única que aplicó el protocolo de no derivación. El de la vergüenza, el de la crueldad máxima. Es cierto que Catalunya inició algo parecido, pero lo retiró enseguida. Pongamos que esa es la causa para hablar de los muertos de Madrid más que los de otras comunidades. Pero esta gente hace abstracción de los datos sin problemas.
Ayuso dijo alguna vez que ella no gestiona emociones. Su soberbia y su ira no las gestiona, desde luego. Pero tampoco las que inclinan al respeto a las personas vulnerables. Lo que mejor gestiona son los privilegios para los ricos. Y, mientras ella iba de ático en ático y sus allegados hacían grandes negocios -recuerden que decirlo le costó el puesto de presidente a Pablo Casado-, 7.291 ancianos según las cifras reales morían sin asistencia médica. Y que la presidenta de ese Madrid lo fuera, después de eso, por mayoría absoluta, indica que esta es una comunidad que incluye a gente muy cuestionable, porque la alegación de ignorancia no cuela. Aunque sí, todavía hay quien se agarra al clavo ardiendo que culpó a Pablo Iglesias, para salvar a Ayuso.
A lo largo del día el asunto se ha enrarecido más. Gracias a sus cómplices mediáticos que le prestan soporte cuando lo requiere. Este viernes COPE con Carlos Herrera. Sigue embravecida anunciando que “va a recurrir a la justicia” contra el PSOE por sus acusaciones. Se diría que cuenta con jueces de cabecera que le aportan esa seguridad, esa arrogancia. Dos pilares básicos de su fuerza actual. Ronda de medios pues poniéndole la alfombra. Gente pidiendo dinamitar RTVE. Ayuso es ya un problema muy serio. ¿Alguien puede creer en una maniobra de TVE emitiendo un documental que se estrenó en junio del año 2024? ¿Y en qué falta a la verdad ? Es un trabajo minucioso, basado en datos oficiales. Los 7291 muertos fueron una realidad, y su forma de morir desasistidos un escándalo? ¿Cómo pueden dar cancha a estas insidias premeditadas de Ayuso? ¿qué indigencia moral puede defender eso?
Por eso seguimos teniendo un problema en Madrid, porque siguen Ayuso y todo ese temible aparato que la sirve y se sirve de ella, según da la impresión. Hace falto un cuajo superlativo para salir este viernes con esta portada en el periódico del principal grupo de comunicación de este país. Esto sí que es para acudir a la justicia. Qué manera de tergiversar la historia cargar las víctimas de un virus mundial al jefe de un gobierno que sí se movió en la buena dirección para cuidarnos. Con mayor o menor fortuna. Personalmente, lo seguí a diario y creo que fue lo mejor que se podía hacer dadas las circunstancias. Las terrazas de Ayuso también fueron muy dañinas. Pero prestarse a titular con esa bestial increpación de Ayuso indica que el peligro que representa esta presidenta no viene solo.
Siempre es lo mismo: primar los negocios sobre la salud, las terrazas sobre evitar los contagios. Y esta gente, en lugar de salir como Ayuso haciendo pucheritos infantiles al contar sus mentiras, deberían contarlo plenamente. El 14 de marzo de hace 5 años, Ayuso vio el cielo, de una forma parecida a Mazón, que lo vio con la reconstrucción tras la Dana. Era la forma de competir y machacar al Gobierno. A ese que su partido estuvo intentando tumbar desde antes de que lograra la investidura el 5 de enero. Sin piedad para el duro trance que atravesábamos todos los ciudadanos. Era nadar contra corriente, contra dos virus: Covid y PP.
La economía sobre la salud, la bolsa o a vida, fue el mismo lema de Trump y ahí lo tienen. El de Milei, medalla de oro de Madrid, que anda mandando a la policía a apalear ancianos que protestan. Lo que no puedo entender es que haya personas decentes que apoyen semejante disyuntiva.
Una vez más el mundo “todo es opinable” de hoy toma partido, sobre lo que se debió hacer o sobre si están todas las versiones de la verdad. Lo último que me faltaba por oír, la verdad con versiones.
Ahora bien, en medio del hartazgo, advierto una y mil veces que la impunidad de acciones con resultados trágicos -que como sabemos son especialidad del PP- invitan a repetirlas. Y la lista es larga ya desde el 11M a la Dana pasando por las residencias de Ayuso, desde luego. Yo no sé si quienes se apuntan a que se emplee nuestro dinero en ladrillos mejor que en sanidad y entienden que se atienda a una persona de 25 años antes que a la de 70, están dispuestos a aguantar en esa cola que les llegue el día en el que les den con la puerta en las narices.
A veces me pregunto si esta gente tiene familia. Hijos con uso de razón. Y no les da vergüenza presentarse desnudos de decencia ante todo el mundo.