Aislacionismo a la española

El aislacionismo suele ser y vuelve a ser nuestra primera respuesta cuando el mundo se complica, se pone desagradable o da miedo. Ellos a lo suyo y nosotros a lo nuestro conforma la estrategia que más nos tranquiliza

Con varias semanas y cuerpos de retraso respecto a sus colegas europeos, el presidente Sánchez había decidido convocar a los grupos parlamentarios para informar en primera persona de la posición del ejecutivo frente a la ofensiva contra la Unión Europea iniciada por Donald Trump desde el mismo día de su coronación, verbalizada por JD Vance en su particular putsch de Múnich dialéctico y escenificada en el despacho oval con un escarmiento público a Zelenski, aunque el aviso era para todos los demás gobernantes comunitarios. Fuera de esa ronda parlamentaria, por razones de estricta seguridad nacional, quedaban los quinta columnistas de Vox.

El resultado ha vuelto a confirmar la evidencia que ha marcado la historia de España desde Felipe II: el aislacionismo suele ser y vuelve a ser nuestra primera respuesta cuando el mundo se complica, se pone desagradable o da miedo. Ellos a lo suyo y nosotros a lo nuestro conforma la estrategia que más nos tranquiliza; aquella que más nos ayuda a lidiar con la volatilidad, la ambigüedad y la incertidumbre de un mundo que ha vuelto a cambiar mientras nosotros estábamos a nuestras cosas: a la novia de Ábalos y el hermano de Pedro Sánchez, a las sesiones por Teams de Puigdemont y los inmigrantes que devolvemos sin contemplaciones mientras nos indigna que quieran obligarles a aprender catalán, a volver a matar a Mariano Rajoy y a redifundir las tontadas de Díaz Ayuso. 

Miren a su derecha. Verán a una oposición conservadora más preocupada por Carlos Mazón que por la suerte de una Europa acosada por dos matones como Trump y Putin; enredada en las cuestiones de protocolo y etiqueta para quejarse de si no era sitio, el café estaba frío o si no se dan besos con lengua en la primera cita. El PP no tiene más posición que reclamarle al gobierno que defina al céntimo de euro la suya para ver si así revienta el gobierno de coalición. Núñez Feijóo no tiene más estrategia que reclamar que todo vaya al parlamento para ver si así desangra a Pedro Sánchez a votaciones perdidas. Si tiene una política para la seguridad y la defensa común tendremos que esperar a que sea presidente del gobierno y nos la desvele en plan sorpresa.

Miren a su izquierda. Verán a unos socios más preocupados de marcar distancia con los señores de la guerra del PSOE que por discutir cuál es su posición respecto al proyecto de construcción europeo y la política de seguridad y defensa común. Además de explicarnos cómo entre bombas y hospitales, ellos siempre eligen hospitales -los objetivos militares preferidos de Netanyahu o Putin-, resultaría de lo más oportuno que nos argumentasen cómo se consigue esa paz que los demás parece que no quieren. 

Está bien oponerse al aumento de gasto en defensa, aún más exigir que no salga nunca de la inversión social, pero hace falta tener otro plan para prevenir que dos autócratas se repartan los restos de su primera víctima continental mientras preparan el menú para servir el siguiente plato. No deja de resultar sorprendente escuchar a tantos partidos nacionalistas entender las razones de Rusia para disciplinar por la fuerza a Ucrania por culpa de la UE.

Miren al gobierno. Verán a un ejecutivo y a un presidente que, por primera vez en mucho tiempo, parece ir por detrás de los acontecimientos, arrastrado a su pesar por una realidad que no va a desaparecer o mejorar por muy fuerte que se cierren los ojos o se desee. Le guste o no, el legado de su presidencia se definirá por su capacidad para asumir y compartir el liderazgo europeo para proteger de sus enemigos e impulsar con más fuerza al mayor proyecto de cooperación y democracia que ha visto la historia de la humanidad; la Unión Europea. 

Si en Alemania hubiesen planteado las negociaciones entre democratacristianos, socialdemócratas y verdes -dejando fuera a Alternativa por Alemania también por cuestiones de seguridad nacional sin que nadie protestase- como Sánchez ha diseñado su ronda parlamentaria, también estarían dando las penosas ruedas de prensa de chascarrillos y naderías de casino que hemos soportado durante esta semana; no presentando un acuerdo histórico para su seguridad y sus infraestructuras justo cuando su país y Europa más lo necesitan. Ucrania es hoy nuestra frontera. Es ahora y es aquí.