El feminismo llegó a la música pop de una manera consciente y organizada con el nacimiento del colectivo Fue al principio de los noventa, en la ciudad norteamericana de Olympia, con mujeres usando el punk y la música independiente para reclamar sus derechos y ocupar un lugar dentro de la industria. Kathleen Hanna se convirtió, con Bikini Kill, en la portavoz de aquel acto subversivo. Aunque contaron con aliados masculinos como Kurt Cobain, aquel trayecto no resultó fácil, tal como explica Hanna en (Liburuak), memorias en las que habla de la violencia sexual que sufrió a manos de algunos hombres –empezando por su propio padre– y de la falta de empatía de algunas compañeras feministas.