La vía que conecta Esplús y Albalate de Cinca lleva más de dos décadas en un estado de deterioro que compromete la seguridad de los usuarios, y los vecinos han alzado la voz para exigir su reparación
“No podemos esperar más”: alcaldes de Huesca piden medidas urgentes por el repunte de los accidentes de tráfico
La carretera A-1239, que conecta las localidades de Esplús y Albalate de Cinca en la provincia de Huesca, se ha convertido en un símbolo de las demandas desatendidas de las zonas rurales de Aragón. Este tramo de la red de vías autonómicas lleva más de dos décadas en un estado de deterioro que compromete la seguridad de los usuarios y dificulta la vertebración territorial entre las comarcas de La Litera, Cinca Medio, Bajo Cinca y Monegros. En este periodo los vecinos y las autoridades locales, han alzado la voz para exigir su reparación, pero las promesas políticas no se han traducido en acciones concretas.
Los usuarios denuncian boquetes, pérdida de asfalto en los laterales y una reducción de casi un metro en la anchura de la carretera, de cerca de 15 kilómetros, debido al desgaste progresivo. Esta estrechez obliga a los vehículos, sobre todo a los de gran tonelaje como los camiones agrícolas, a circular por los arcenes de tierra al cruzarse, lo que aumenta el riesgo de accidentes. Además, la falta de señalización adecuada, los socavones y los parches de alquitrán improvisados agravan la peligrosidad del trazado.
Mari Carmen Ferrer, portavoz de la Plataforma en Defensa de la Mejora de la Carretera A-1239, destaca que la vía es “un peligro” para coches, motos y camiones y se refiere a ella como “el Port Aventura de Aragón”, una metáfora que subraya la sensación de aventura y riesgo que supone transitarla. El tráfico diario, estimado en más de 1.900 vehículos según un informe técnico encargado por los ayuntamientos en 2022, ha crecido con el tiempo, lo que evidencia la importancia de esta carretera como arteria de comunicación entre comarcas.
El alcalde de Albalate de Cinca, Ricardo Chárlez, apunta que las reivindicaciones han sido trasladadas repetidamente al Departamento de Vertebración del Territorio, Movilidad y Vivienda del Gobierno de Aragón “sin obtener compromisos firmes”. Chárlez lamenta que, a pesar de su relevancia para la zona “políticamente se han priorizado otros trazados”, dejando a la A-1239 en un limbo administrativo.
Desde el Gobierno de Aragón se apunta que está previsto acometer la renovación de un primer tramo de siete kilómetros, un proyecto ya aprobado y pendiente de que se establezca su presupuesto para poner en marcha el proceso de licitación.
La indignación de los vecinos ha dado lugar a una movilización creciente. La plataforma, surgida a iniciativa de los habitantes de ambas localidades, ha impulsado recogidas de firmas y reuniones informativas para presionar a las autoridades. Las expectativas de los vecinos chocan con un historial de promesas incumplidas que se remonta a más de 20 años y se han previsto movilizaciones y protestas para las próximas semanas.
Ya en 2018, el entonces alcalde de Albalate, José Antonio Castillón, reclamó mejoras en la conexión con Esplús como “salida natural hacia La Litera”. Desde entonces, los proyectos anunciados, como la reforma integral de la vía o la construcción de una variante, han quedado en estudios preliminares o se han paralizado administrativamente. Un ejemplo claro es el estudio informativo de las carreteras A-1234 y A-1239 redactado por el Gobierno de Aragón hace más de una década y que no ha avanzado hacia su ejecución.
El mal estado de la A-1239 no solo afecta la seguridad vial, sino también la calidad de vida y la economía de la zona. Los conductores evitan la carretera siempre que pueden, lo que limita las conexiones entre Esplús y Albalate y dificulta el acceso a servicios esenciales. Además, las explotaciones agropecuarias, un pilar económico de la región, se ven perjudicadas por las complicaciones logísticas que supone una vía en tan malas condiciones. Las lluvias intensas, como las que en 2018 dejaron la carretera intransitable, agravan aún más la situación con desprendimientos y tramos inundados.
El de la A-1239 no es un caso aislado en Aragón, donde otras carreteras autonómicas y locales afrontan desafíos similares. Un ejemplo es la A-125, sobre todo en el tramo entre Ayerbe y Losanglis. Un accidente reciente en esta vía movilizó a los ayuntamientos locales, que exigen mejoras urgentes debido a la peligrosidad del trazado, el tráfico intenso y la falta de mantenimiento. Los alcaldes han criticado al Gobierno de Aragón por no ejecutar las partidas presupuestarias asignadas para la carretera, lo que pone en riesgo la seguridad de los usuarios.
Uno opuesto es el de la carretera A-127 entre Tauste y Ejea de los Caballeros (Zaragoza), donde han comenzado las obras de desdoblamiento con una inversión de 97 millones de euros y un plazo de ejecución de 30 meses. Esta iniciativa, esperada durante más de 30 años, conectará directamente las Cinco Villas con Zaragoza con una vía de doble calzada y dos carriles por sentido. A diferencia del proyecto original, la nueva carretera permitirá la circulación de vehículos agrícolas, atendiendo así las demandas de los vecinos y agricultores de la zona.
La falta de mejoras en muchas vías secundarias de la región incrementa los riesgos. La carretera de acceso a la Villa Medieval de Aínsa (Huesca) sufrió un derrumbe el mes pasado que obligó a cortar el tráfico y puso de manifiesto la vulnerabilidad de las infraestructuras ante fenómenos naturales y el paso del tiempo.
En el Bajo Aragón, la N-232 ha sido durante años un punto negro por su alta siniestralidad y mal estado, hasta que las obras de conversión en autovía comenzaron a avanzar tras décadas de demandas. Este precedente muestra que la presión ciudadana y la voluntad política pueden lograr resultados, pero también resalta la lentitud con la que se abordan estas urgencias en zonas menos pobladas.