Frío, viento, olor a pólvora y a tierra mojada, los silbidos de las balas acechan. Invierno de 1936. Y allí están. Impertérritos, con una sonrisa entre los dientes y defendiendo Madrid del fascismo. Los deportistas de ayer hoy son soldados y han cambiado los campos de juego por las barricadas; los balones de fútbol, los guantes de boxeo y las bicicletas por fusiles. Futbolistas, árbitros, boxeadores, ciclistas, nadadores, atletas y un largo etcétera conforman el Batallón Deportivo del Quinto Regimiento, desplegando todas sus habilidades físicas e ingenio, esta vez al servicio de la guerra antifascista en el frente de Madrid. De Usera al Puente de los Franceses y a la Ciudad Universitaria, el aliento deportivo pone su granito de arena para frenar la incursión de las tropas franquistas.